
Si el lenguaje corporal fuera tan eficaz como dicen bastaría con mirarnos a los ojos para saber que nos pasa, el fallo está que para entendernos necesitamos una dosis de sinceridad que no siempre estamos dispuestos a dar.
Hay silencios más expresivos que mil palabras; llenos de significado, emoción, sentimiento...
la preocupación se puede leer en la mirada de unos ojos tristes, la alegría en unos ojos radiantes, el amor en unos ojos brillantes, también se puede leer el desaliento y el coger aire para seguir adelante.
No es difícil encontrarse cuando uno se siente perdido siempre que este dispuesto a escuchar lo que su corazón dice, porque la sinceridad nace y empieza en uno mismo; nace del corazón.


